14 febrero 2010

(67) JERUSALEN: AMENAZA DE BOMBA EN EL MURO DE LAS LAMENTACIONES:


En diciembre de 1988 me encontraba en Israel. Una mañana en Jerusalén decidimos visitar el Muro de las Lamentaciones. Para ello, nos dirigimos a la ciudad vieja, entrando por la puerta de Damasco.

Abajo: vista general del Muro de las Lamentaciones. En la parte inferior izquierda de la foto, en primer término, se observa el puesto de control militar existente a la entrada de este lugar sagrado para los judíos. Este control es muy riguroso, ante el peligro de que puedan introducirse en el recinto algún tipo de armas o explosivos.

El recinto de oración, el más próximo al Muro, se encontraba muy animado con una gran cantidad de fieles dedicados a las lecturas sagradas y algunas otras ceremonias religiosas.

En un determinado momento, se produjo la rápida llegada de un reducido grupo de policías y militares que, con toda celeridad, nos obligaron a desalojar el recinto y agruparnos en la parte más lejana del Muro. Al parecer, se había detectado un objeto sospechoso, con apariencia de tener un artefacto explosivo en su interior.

El despliegue fué inmediato y la gente evacuó la zona con la mayor tranquilidad. Era evidente que se encontraban bastante habituados a estas emergencias y que cada uno sabía lo que tenía que hacer. Desde luego, no aprecié en ninguno de los presentes el menor nerviosismo.

En la foto siguiente se puede observar la zona del Muro, completamente vacía después de la evacuación. El artificiero desciende de su vehículo y se dirige a inspeccionar el objeto sospechoso.

El público se mantiene a una prudencial distancia, observando con curiosidad las evoluciones del artificiero. Como se observa en la siguiente foto, ninguno de los asistentes muestra la menor señal de alarma. La tranquilidad en la plaza era verdaderamente sorprendente.

Terminada la inspección del objeto sospechoso, el mismo es retirado por el artificiero en su vehículo y puedo, finalmente, acercarme hasta el propio Muro, una vez que a la entrada del recinto se me facilita una kipá de cartón para cubrirme la parte superior de la cabeza, de uso obligatorio en los cementerios, sinagogas y otros lugares sagrados, según prescriben las normas religiosas judías.

Una vez pasado el susto, me dirijo a la explanada de las Mezquitas, pensando en que, afortunadamente, todo ha quedado en una anécdota que tal vez algún día pueda contar a mis nietos.

2 comentarios:

  1. Vaya susto, menos mal que todo quedo en una anécdota.
    Saludos

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  2. ...Apostaría algo a que en tus numerosos y exóticos viajes te han ocurrido anécdotas mejores. Confiamos en que nos las vayas contando. Saludos.

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