El reciente y brutal atentado de Oslo ha conmocionado a una nación poco acostumbrada a sufrir actos terroristas. Si aceptamos que a tanto daño y sufrimiento nadie puede nunca acostumbrarse, percibiremos la paradoja de comprobar que casi a diario nos dejan impasibles las noticias de atentados en países como Afganistán, India, Pakistán y similares, golpeados una y otra vez por el terrorismo islámico. Tanta bomba, tanta sangre, tanto sufrimiento y tanta muerte ha terminado endureciendo nuestra alma, por su cotidianeidad.
Hoy en Oslo, por su cercanía y por su afinidad de país occidental, hemos percibido más intensamente el olor de la pólvora y el dolor de la metralla y nuestra sensibilidad parece haberse conmovido más de lo habitual. Así pues, reflexionemos: ante la próxima noticia -muy posible y desgraciadamente en unos pocos días- que nos llegue de un nuevo atentado ocurrido en regiones remotas, deberemos de despertar nuestra sensibilidad y nuestro dolor como si hubiese vuelto a ocurrir en Oslo. Solo así conseguiremos sentirnos ciudadanos del mundo.
me uno al duelo Alfonso
ResponderEliminarun dia triste para todos los que amamos la libertad y odiamos la violencia
un fuerte abrazo
Hola Alfonso, que razón tienes, normalizamos las cosas que por su cotidianeidad nos parecen normales y un atentado terrorista nunca lo es.
ResponderEliminarSupongo que es una forma de autodefensa emotiva para poder seguir adelante y como está lejos... olvidamos que son personas con sus familias y sus problemas cotidianos como cualquiera de nosotros aunque sean de otra cultura o religión.
Estamos perdiendo a pasos agigantados la empatia con los demás.
Un abrazo
Nosotros también nos unimos al duelo de estas personar sorprendidas por este terrible atentado, y deseamos que en ningún lugar del mundo, alguien tuviera que sufrir por estos crueles actos.
ResponderEliminarSaludos
Amén.
ResponderEliminarIgnacio.