Es mediodía en Sevilla; sol de sobremesa en un día festivo. Aunque las previsiones anuncian un cambio radical en el tiempo, el calor se resiste a marcharse. Otoño con sabor a primavera y olor a castañas asadas. Después de dos días de fiesta, nadie tiene mucho que hacer. Bajo el puente de Triana se congregan variadas facetas del ocio: unos charlan, otros pescan, otros pasean en los barcos turísticos. Dos amigos, de rigurosa estética alternativa, se enfrascan ensimismados en una partida de ajedrez; mientras, su música descansa sobre los adoquines del muelle. La tarde transcurre plácidamente. El tiempo pasa y no pasa nada. Mañana será otro día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario